Un poco de Historia
Corría el año 1831 cuando, siendo rey de Francia Luis Felipe I, recayó sobre las manos del ingeniero francés Antoine-Rémy Polonceau la labor de construir un puente que cruzara el Sena y uniera los distritos I y VII de París.
Tres años tardó Polonceau en construir el puente, que originariamente iba a llamarse Puente de los Santos Padres (por situarse en la desembocadura de una calle con este nombre), pero que en su inauguración el rey bautizó con el nombre de Puente del Carrousel, por su cercanía con el Arco del Triunfo del Carrousel. Sin embargo también se le conoció como Puente del Louvre, por la cercanía del Palacio del Louvre.
Once años después, en 1845, y siendo reina de España Isabel II, el Ayuntamiento de Sevilla hizo realidad un sueño que había durado ocho siglos: la construcción de una edificación sólida que comunicara la capital con el arrabal de Triana y, más allá, con todo el Aljarafe.
No fue hasta el siglo XIX, cuando las técnicas del hierro ya se habían desarrollado, que se volvió a plantear la construcción de un viaducto permanente en la ciudad. El proyecto fue encargado a los ingenieros franceses Gustavo Steinacher y Fernando Bernadet, que eligieron la piedra y el hierro como materiales, inaugurando así este tipo de arquitectura en nuestra ciudad y convirtiéndose en pioneros a nivel nacional.
Para su diseño Steinacher y Bernadet copiaron el modelo del Puente del Carrousel de Polonceau. El Ayuntamiento aceptó el pago de la patente, pero con la condición de que el nuestro estuviera construido con piezas realizadas en Sevilla. La construcción del viaducto se prolongó durante siete años, hasta que en 1952 se inauguró con el nombre de Puente de Isabel II, en honor a la reina vigente en la época.
Por su parte el Puente de Isabel II, nuestro Puente de Triana y declarado Monumento Histórico Nacional desde 1976, sufrió una profunda modificación en 1977 para consolidarlo de cara al paso de los vehículos motorizados.
¿Por qué Sevilla y París están más que unidas?
Hoy se conservan algunas pinturas, grabados e imágenes del Puente del Carrousel en las que es inevitable identificar la ambientación de la Triana del siglo XIX. Y es que las similitudes entre Sevilla y París que se observan en esas estampas son muchas. Las imágenes parisinas del puente de Polonceau bien podrían confundirse con las que se tomaron desde la actual calle Betis o desde el antiguo puerto de Sevilla, con la diferencia de que lo que se ve a lo lejos no es la Capillita del Carmen sino el Museo del Louvre, y que las aguas que bañan las dos orillas son las del Sena, y no las del Guadalquivir.
En el año 2002 se cumplía el 150 Aniversario del Puente de Triana. El que sin duda es uno de los vecinos más viejos del barrio sigue siendo un reclamo para los turistas parisinos y franceses, que se acercan al viejo arrabal para contemplar al gemelo del que hace 84 años perdieron y que vivió durante casi un siglo.
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